miércoles, 28 de marzo de 2012

Traducciones Triple A



En los últimos años, la creciente internacionalización de la economía española está favoreciendo un crecimiento exponencial del mercado de la traducción e interpretación. En un contexto cada vez más globalizado, las empresas de nuestro país han de prestar cada vez más atención a las necesidades lingüísticas, principalmente en el ámbito de la comunicación corporativa.

En España, este crecimiento del mercado ha estado acompañado por un aumento creciente del número de profesionales y, en general, de los actores involucrados en la industria de la traducción y de la localización. A esto contribuyó en gran medida la introducción en 1990 de la Licenciatura en Traducción e Interpretación, que se convirtió rápidamente en una de las titulaciones más demandadas por los universitarios españoles, hasta alcanzar la cifra actual de 24 centros universitarios en los que se puede cursar el Grado Universitario en Traducción e Interpretación.

Sin embargo, no solo de especialistas universitarios se nutre la industria lingüística, que, por sus características intrínsecas, ha sido siempre un campo abierto a la participación de profesionales procedentes de multitud de ámbitos. Lo que para unos es intrusismo profesional, para otros no es más que el valor añadido de conocer de primera mano el contexto para el que se traduce. Si bien es cierto que un médico puede ser la persona más indicada para traducir un caso clínico o que un abogado puede conocer mejor que nadie la terminología jurídica española, la realidad es que a menudo se realizan trabajos de muy dudosa calidad que pueden poner en peligro la imagen de cualquier empresa o echar por tierra el proyecto más delicado.

Ante esta situación de relativa opacidad del mercado, diferentes empresas y profesionales han venido demandando desde hace años la creación de estándares que, de alguna manera, puedan garantizar la calidad de los procedimientos y servicios en la industria lingüística. En el marco europeo, esta dinámica se cristalizó en 2002 con la creación de un grupo de trabajo auspiciado por el Comité Europeo de Normalización e impulsado por la Unión Europea de Asociaciones de Empresas de Traducción (EUATC).
Tras cuatro años de trabajos, en los que se invitó a participar a representantes de todos los ámbitos relacionados con la traducción, en 2006 vio finalmente la luz la Norma UNE-EN-15038, que «abarca el proceso central de la traducción, así como todos los demás aspectos relacionados con la prestación del servicio, incluidos el aseguramiento de la calidad y la trazabilidad».

Esta norma define todo el proceso de traducción profesional, desde la recepción del pedido hasta la entrega del producto final, donde la «traducción» propiamente dicha no es sino una de las fases del proceso. Se establece necesariamente una revisión independiente por parte de una persona diferente del traductor original y se definen las competencias profesionales que ha de tener cada uno de los participantes en el proceso de traducción. De este modo, un traductor que participe en un proceso adscrito a la Norma UNE-EN-15038 deberá disponer de un título superior en traducción, de un título equivalente en otra especialidad más dos años de experiencia verificable en traducción o de un mínimo de cinco años de experiencia verificable como traductor profesional.

Asimismo, se determinan los requisitos que ha de respetar todo proveedor de servicios de traducción en lo que respecta a recursos humanos y técnicos, a la gestión de los proyectos y a las relaciones contractuales con sus clientes y proveedores. La norma exige, por ejemplo, que el proveedor disponga de un procedimiento documentado para la gestión de los proyectos de traducción.

Este proceso de normalización, unido a otros sistemas de garantía y aseguramiento de la calidad, como la Norma ISO 9001, contribuye a definir las aristas de un mercado difuso y a menudo difícil de aprehender. Las empresas españolas disponen de este modo de una herramienta muy útil para garantizar la elección de servicios de traducción de alta calidad, que no comprometan el éxito de sus proyectos e iniciativas comerciales.

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